La Feria de Cantón: Averigüe qué pasa con su PI

Viejos piratas, sí, me roban

Vendido I a los buques mercantes

- La canción de la redención de Bob Marley

1. La Feria de Cantón

La 125ª edición de la Feria de Cantón dará comienzo el 15 de abril. Para quienes no estén familiarizados con este acontecimiento (formalmente conocido como Feria de Importación y Exportación de China), se trata de la mayor feria comercial de China, que se celebra cada dos años en Guangzhou (históricamente conocida como Cantón), y cada edición de la Feria se divide en tres fases en función de los tipos de productos. Las cifras asociadas a la Feria son asombrosas: 190.000 compradores. 60.645 stands. Un complejo expositivo de 12 millones de pies cuadrados. Transacciones de exportación por valor de 29.860 millones de dólares.

Quienes viven en Guangzhou (como yo durante muchos años) suelen tener una relación de amor-odio u odio-odio con la Feria. Cada edición de la Feria (¡se celebra dos veces al año!) inunda la ya de por sí caótica metrópolis de comerciantes de todos los rincones del mundo (¡durante tres semanas!), haciendo la vida un poco menos soportable para los residentes. Los billetes de tren a Hong Kong se agotan. Los hoteles suben sus tarifas. Los bares se llenan de gentuza molesta, como la que los expatriados querían dejar atrás en sus países de origen cuando se embarcaron en la aventura china.

Al mismo tiempo, la Feria es un espectáculo para la vista. Si hay una manifestación física del vertiginoso crecimiento de China en las últimas décadas, es ésta. Dentro de los pabellones, encontrará pasillos y pasillos de expositores que ofrecen una deslumbrante variedad de, bueno, cualquier cosa que se le ocurra. ¿Tractores? Sí. ¿Kits de circuncisión desechables? Sí. ¿Vajilla de té de plata que satisfaga las expectativas de sus exigentes clientes de Basora? Sí.

La Feria es un acontecimiento fijo en el calendario de los exportadores de todo el mundo (más de una cuarta parte de los 190.000 compradores de la 124 edición habían visitado la Feria más de diez veces). En el McDonald's abarrotado del recinto ferial, se codeará -sobre sal derramada y ketchup manchado- con compradores de grandes almacenes europeos, propietarios de empresas familiares sudamericanas, mayoristas de Oriente Medio y emprendedores estadounidenses en ciernes que buscan ese artículo perfecto para vender en Amazon.

La Feria interesa sin duda a los profesionales del comercio, pero también es un acontecimiento crítico para los encargados de salvaguardar la propiedad intelectual de las marcas en todo el mundo. Junto con empresas de la talla de Walmart, Costco y Carrefour, la Feria atrae a miles de compradores de países donde la protección de la propiedad intelectual es prácticamente inexistente, lo que crea un mercado para las falsificaciones. Y aunque la mayoría de los expositores (25.583 empresas en la 124 edición) son empresas reputadas, también hay algunas manzanas podridas que no tienen reparos en fabricar productos falsos.

2. PI en la Feria de Cantón

Los organizadores de la feria se toman muy en serio la protección de la propiedad intelectual y cuentan con una estación de reclamaciones in situ (que tramitó 382 casos durante la edición más reciente). A pesar de ello, algunos expositores siguen mostrando artículos infractores, ya sea en sus stands o en catálogos.

A algunos titulares de derechos de propiedad intelectual les gusta la idea de actuar de inmediato, recurriendo al mecanismo de reclamación. Un enfoque agresivo puede ofrecer una gratificación inmediata, pero también puede ser contraproducente en términos generales. Por lo general, a los expositores que cometen infracciones en la Feria sólo se les pide que retiren los artículos infractores, sin más consecuencias. En el futuro, es probable que se muestren más reticentes, lo que complicará sus esfuerzos de investigación.

No es sólo la exhibición de falsificaciones lo que debería preocupar a las marcas. La mayoría de los expositores son lo suficientemente inteligentes como para evitar entrar en conflicto con la oficina de reclamaciones de PI de la Feria. Sin embargo, es posible que hagan declaraciones verbales sobre su disposición a fabricar falsificaciones o que, de alguna otra forma, den señales de alarma que merezcan una mirada más atenta.

Por lo tanto, suele ser más sensato tratar la feria como un ejercicio de recopilación de información, adoptando una perspectiva a largo plazo que se desarrolle cuidadosamente hasta llegar a las redadas o demandas civiles, que serán mucho más contundentes a largo plazo. Si detecta un expositor que le preocupa, consiga sus catálogos y tarjetas de visita, establezca una relación con sus representantes y pídales que esperen más contactos suyos. A continuación, colabore con sus abogados de PI en China para organizar una investigación adecuada que siente las bases para la actuación de las autoridades.

Llegados a este punto, es probable que quieras o necesites desahogarte un poco, así que dirígete al Paddy Field para disfrutar de una pinta o dos mientras cantas Redemption Song con algunos importadores de artículos de tocador de Trípoli -y quizá algunos expatriados locales que no pueden esperar a que se acabe la mafia-. Recuerda que la primera línea de la canción no se refiere a los piratas que te roban la propiedad intelectual, sino a algo infinitamente más trágico.

La Feria de Cantón: Piratas a la vista

La 125ta edición de la Feria de Cantón tendrá su inicio este próximo 15 de abril. Para quienes no conozcan el evento, se trata de la feria comercial más importante de China, la cual toma lugar dos veces al año en la ciudad de Cantón (también conocida como Guangzhou). Cada edición se divide en tres fases, cada una dedicada a rubros diferentes. Las cifras que arroja la feria son alucinantes: 190 000 compradores. 60 645 stands. Un recinto de más de un millón de metros cuadrados. Exportaciones acordadas con valor de US$29 860 millones.

Los residentes de Cantón (como lo fue el autor durante muchos años) suelen tener una relación de amor/odio (u odio/odio) con la Feria. Dos veces al año, la ciudad se atiborra por tres semanas de comerciantes venidos de cada rincón del mundo, complicando la vida diaria. Se agotan los billetes del tren directo a Hong Kong. Los hoteles triplican sus precios. Los pubs se llenan de paletos de tu país, de esos que no extrañas.

Por otro lado, la escala de la Feria es espectacular, la manifestación física del milagro económico chino de las últimas décadas. Un pasillo tras otro repleto de quioscos ofreciendo todo lo que se puede imaginar, made in China. ¿Tractores? Ahí están. ¿Dispositivos desechables para realizar circuncisiones? Vale. ¿Juegos de té en plata para tus exigentes clientes en Basora? No hay problema.

La Feria es un evento fijo en el calendario del comercio mundial (más de una cuarta parte de los 190 000 compradores presentes en la 124ª edición habían visitado la Feria previamente en más de diez ocasiones). En el apiñado McDonald's del recinto, esquivando sal y cátsup derramados sobre las mesas, el visitante puede entablar conversaciones con compradores de grandes almacenes europeos, dueños de pymes sudamericanas, mayoristas del Medio Oriente, y emprendedores de Estados Unidos buscando el artículo perfecto para vender en Amazon.

Sin duda, la Feria es de sumo interés para los abogados comerciales, pero también debe serlo para aquellos encomendados con proteger la propiedad intelectual de sus clientes. Y es que, junto a Walmart, Costco y Carrefour, la Feria atrae a miles de compradores de países en donde la protección de los derechos de propiedad intelectual es casi inexistente. Si bien es cierto que la mayoría de los expositores (25 583 empresas durante la 124ta edición) son de fiar, también se cuelan manzanas podridas sin reparo alguno a la hora de falsificar productos.

Los organizadores de la Feria se toman el problema en serio y cuentan con un despacho para atender quejas relacionadas a la piratería. Durante la 124ta edición, dicha oficina abrió 382 expedientes. No obstante, siempre hay expositores que se toman riesgos y muestras artículos falsificados en sus puestos o en los catálogos que reparten.

Para las víctimas de la piratería, la idea de tomar acción inmediata puede resultar seductora. Sin embargo, el obtener gratificación inmediata puede ser contraproducente. Típicamente, las autoridades de la Feria solo le piden al vendedor que retire los artículos ofensivos, y ahí acaba el asunto. Alertado, el falsificador tendrá mucha más cautela en el futuro, lo cual puede complicar los esfuerzos investigativos.

Más aún, avistar copias en los escaparates y catálogos es tan solo una parte de la ecuación. Los expositores suelen ser lo suficientemente listos para evitar llamar la atención durante la Feria. En cambio, en el marco de una conversación discreta pueden revelar su disposición para falsificar productos, u otra información preocupante que amerite seguimiento.

Suele ser más prudente el considerar la Feria como una oportunidad para obtener información sobre los piratas, con vistas a tomar acciones más contundentes en el futuro, tales como redadas o demandas judiciales. Si ve a un exhibidor mostrando versiones falsificadas de su producto, tome un catálogo, entable una conversación agradable con los empleados, obtenga sus tarjetas de presentación, y dígales que se estará comunicando con ellos. Luego, trabaje con sus abogados de propiedad intelectual en China para realizar una investigación completa que allane el camino para las autoridades gubernamentales.

Tras todo este jaleo, seguramente querrá relajarse un poco, así que diríjase al Paddy Field a tomarse unas cañas mientras corea Redemption Song junto a unos tripolitanos que están en Cantón comprando excusados-y tal vez algún residente de la ciudad contando los días para que acabe el mafan. Eso sí, recuerde que la canción de Bob Marley no está hablando de esos dichosos piratas de la Feria, sino de algo mucho más trágico.