Abogar por una mejor reglamentación del negocio del cannabis

Cumplir la normativa sobre el negocio del cannabis supone un reto para las empresas de nueva creación y las más pequeñas. Los abogados especializados en derecho mercantil y regulatorio suelen ayudar a los clientes a comprender y cumplir normativas complejas. Esto es especialmente cierto en el sector del cannabis.

En Estados Unidos, muchas industrias carecen de una política reguladora bien pensada. Algunas industrias, como la del cannabis, sufren de un exceso de regulación, abrumando a las empresas más pequeñas con los costes legales de su cumplimiento. Otros sufren de una regulación insuficiente, que conduce a una falta de protección de los consumidores y los empleados, así como a la confusión y el caos. La escasa regulación de nuestro mercado financiero fue parte de lo que condujo a la Gran Recesión de 2008.

Los abogados suelen ser los mejor situados para criticar las malas normativas empresariales y abogar por una política mejor. Las empresas con recursos suelen contratar a abogados-lobistas para que hagan precisamente eso. La mayoría de las empresas de cannabis pequeñas o medianas no pueden permitirse hacer lobby, por lo que se unen a organizaciones comerciales o similares para abogar juntas como grupo. Pero la negociación colectiva tiene sus inconvenientes. Por ejemplo, los intereses comerciales de una persona pueden diferir de los de sus compañeros. Además, las industrias incluyen innumerables tipos de empresas diferentes, y lo que es bueno para el ganso puede no serlo para el ganso.

Así que la pregunta es: ¿Cómo se puede abogar por una mejor regulación del negocio del cannabis? He aquí una respuesta en dos partes:

1. ¿Qué se considera una "buena" regulación del negocio del cannabis?

Una buena política reguladora del cannabis trata de abordar tres preocupaciones principales: (1) el coste económico y social; (2) la eficacia; y (3) la sostenibilidad.

Las dos primeras preocupaciones plantean una pregunta central: ¿es necesaria una regulación específica del negocio del cannabis?

En otras palabras, ¿justifican los beneficios los costes? Los costes de la regulación, tanto para el regulador como para la industria, no deben superar los costes sociales que se derivarían de la ausencia de regulación. Así pues, los tipos de regulación más costosos (conocidos como de mando y control o "ley dura") deben reservarse para los casos en que la falta de regulación provoque un daño social significativo. ¿Es siquiera eficaz el método de regulación para lograr esos beneficios? Si no lo es, entonces definitivamente no es necesario. Y quizá otro método costaría menos o al menos sería más eficaz.

En el sector del cannabis, muchas normativas suponen costes desmesurados para las empresas, pero no benefician demasiado al público. Esto incluye las restricciones de ubicación para los minoristas. No se produce ningún daño social real por el hecho de que los minoristas estén cerca de bibliotecas y parques, pero estas y otras políticas similares suponen una carga excesiva para las empresas de cannabis con costes inmobiliarios más elevados y hacen que la concesión de licencias sea innecesariamente competitiva, lo que aumenta aún más los costes. Es de suponer que los legisladores adoptan estas políticas para mantener a los niños y a otras poblaciones vulnerables alejados de los dispensarios de cannabis. Pero cientos de miles de personas (incluidos niños) caminan y conducen por las principales calles donde se encuentran los minoristas de cannabis. Así que esta regulación ni siquiera es eficaz para lograr su presunto objetivo.

La tercera preocupación, la sostenibilidad, genera otra pregunta: ¿es esta regulación del negocio del cannabis adaptable y flexible?

¿Es lo suficientemente flexible para dar cabida a la complejidad y los matices? ¿Puede adaptarse a los cambios de la economía o la sociedad? Una buena regulación respeta la autonomía y la individualidad de los operadores, entiende que las industrias son complejas y deja margen para el cambio y la innovación.

Por ejemplo, los cultivadores de cannabis del Estado de Washington están ahora sujetos a pruebas de producto en cualquier momento. Si su producto no supera determinadas pruebas, no tienen más remedio que destruir lotes enteros. Esta falta de flexibilidad no da cabida a situaciones complejas e impredecibles que surgen cuando se cultiva cannabis al aire libre, como la deriva de pesticidas. Obligar a las empresas a destruir lotes enteros de producto sin tener la oportunidad de remediar un problema es cualquier cosa menos sostenible.

Ante las nuevas normativas que se avecinan en el ámbito legislativo, estas son algunas de las preguntas que uno debería hacerse antes de redactar comentarios públicos o reunir a sus colegas para presionar a los legisladores: ¿es necesaria esta regulación del negocio del cannabis dados sus costes y beneficios? Y, en caso afirmativo, ¿es lo suficientemente adaptable y flexible como para ser sostenible? Responder a estas preguntas ayudará a dar una respuesta más persuasiva a una normativa potencialmente perjudicial. También ayudará a pensar en recomendaciones para una mejor regulación empresarial que aborde el tema en cuestión.

2. ¿Cómo se puede abogar por una mejor reglamentación del negocio del cannabis?

La regulación del negocio del cannabis suele ser política. Los legisladores, motivados por la política electoral, influyen en las normativas que se alinean con puntos de vista políticos y sociales en lugar de con preocupaciones más prácticas. En una democracia representativa, este tipo de politización es habitual y a menudo necesaria. Pero, por desgracia, las normas sociales, los estigmas y las creencias perjudiciales suelen influir indebidamente en la política. Las normas sociales y los estigmas proceden de multitud de fuentes, algunas positivas y otras no tanto. Comprender el panorama social y político que influye en la regulación ayudará a fundamentar la propia defensa.

Por ejemplo, mucha gente sigue creyendo que el cannabis es una droga que da miedo, y los reguladores locales responden a esas presiones y crean normativas estrictas o prohibiciones. Las prohibiciones del cannabis en todo el Estado de California son un ejemplo perfecto de esta cuestión. Por eso, cuando se presiona para mejorar la normativa sobre el cannabis, los defensores de la planta suelen hacer hincapié en los datos científicos que disipan muchas de las preocupaciones del público sobre la planta. Convencer al público suele ser tan importante como convencer a los legisladores. Aquí es donde la defensa también se convierte en organización.

En conclusión, para abogar por una mejor regulación del negocio del cannabis, primero hay que tratar de averiguar cómo sería una buena regulación del negocio del cannabis. Esto puede requerir algunas consultas con abogados y expertos en la materia, especialmente si uno es nuevo en ella. A continuación, se debería intentar comprender la motivación subyacente de la normativa, la respuesta podría ser el estigma social o la politización. Por último, hay que reunir los comentarios públicos y abogar en consecuencia.